domingo, 4 de noviembre de 2012


Si dejar la infancia es reemplazar los objetos por sus signos, así se explicaría por qué mi hijo no quiere desprendesrse de absolutamente ninguno de  los juguetes que ha acumulado a lo largo de sus siete años de vida, y por qué algunos adultos tienen esa pulsión desesperada por la posesión, el consumo y la codicia acumulativa.