martes, 22 de marzo de 2016
Desde mi cama, antes de dormirme y apenas me
despierto veo los libros, los lomos de los libros, sus diferentes colores y
tamaños, y me gusta que estén ahí, me gusta sentir todos los otros mundos
posibles dentro de ellos, las diferentes voces, las letras contando lo
imposible, lo íntimo, lo verdadero. Los miro con frecuencia, las palabras de
los títulos, las visiones encerradas en ellos, los nombres conocidos y queridos.
Mirarlos todos los días es para mí un placer, un consuelo, una compañía, aunque
pase meses y años sin abrirlos, aunque algunos incluso no los haya leído
todavía, son libros que me han ido acompañando de una casa a otra, de un país a
otro, durante toda la vida.